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Un emprendedor que vivirá para siempre en el corazón de DONMARIO


José Calliera, presidente de El Azul Semillas, de Tucumán, multiplicador y distribuidor de DM, fue un emprendedor apasionado que ayudó a transformar el negocio de la semilla de soja en el norte del país. En esta nota, dos socios y amigos muy cercanos lo recuerdan y cuentan su relación con el semillero, que entrelaza negocios y una gran amistad.

 

 

Calliera (al medio, atrás), junto a distribuidores de semilla de DONMARIO, en una recorrida por un cultivo que lo apasionaba: la soja. Tuvo una gran relación con sus colegas.

 

 

Los dos amigos que lo recuerdan en esta nota. Diego Villafañe (izq.), su socio en El Azul Semillas, y Federico Bustos (Ctro.), de DONMARIO. Aquí, con Calliera en la sede de la empresa en EE.UU.

 

Emprendedor nato, excelente líder y muy amigo de sus amigos. Así era José Calliera, el presidente del grupo El Azul, de Tucumán, un hombre clave en el negocio de semillas en el norte del país, que falleció el mes pasado cuando iba en su avioneta a una jornada DONMARIO Más que se hacía en el campo de su familia.

 

La muerte de José no solo dejó un vacío enorme entre su familia y amigos, sino también en DONMARIO y su gran comunidad de multiplicadores y distribuidores, entre los que ocupaba un lugar muy importante.

 

Por eso, desde DONMARIO queremos hacerle un humilde homenaje, reconstruyendo sintéticamente su historia con la compañía, a través de dos hombres que lo conocieron mucho y que fueron grandes amigos suyos. Uno es Diego Villafañe, su socio y director comercial de El Azul Semillas, y otro es Federico Bustos, responsable comercial de DM para el norte del país.

 

En 1977, Villafañe (hoy de 45 años) estaba en primer grado cuando conoció a José Calliera (tenía 50). Era compañero de colegio de su hermano Fernando y pasaba mucho tiempo con la familia de su amigo. Pero fue casi 30 años después que sus destinos comerciales se unieron y comenzaron a transformar el negocio de la semilla de soja en el norte argentino.

 

“En el 2005, yo vendía semilla por mi cuenta y José me contó la idea que tenía de darle valor agregado a la soja que producían en el campo de su familia, estancia El Azul. Ahí nació El Azul Semillas, con los dos como socios”, recuerdo Villafañe, emocionado.

 

Por ese entonces, la firma producía y vendía variedades de otras empresas, que dominaban el mercado del norte del país. Pero Villafañe estableció poco después un estrecho vínculo con directivos de DONMARIO, con quienes comparte su pasión por las motos, la misma que tenía José Calliera.

 

“En 2008/09 arrancamos con producción y distribución de semilla de DM en Bolivia y ahí fuimos consolidando nuestra relación. Al año siguiente, ya probamos en Argentina las primeras variedades de DM”, cuenta Villafañe.

 

Ahora, se suma al recuerdo Federico Bustos, el representante de DONMARIO para el norte.

 

“Por ese entonces, El Azul Semillas empezó a hacer variedades del grupo 6, cuando nosotros recién arrancábamos con variedades para el norte del país, pero rápidamente vieron que la genética funcionaba y que la relación era muy buena, con lo cual José decidió apretar el acelerador”, dice Bustos.

 

Desde ese momento, la relación no paró de crecer. Se convirtieron en multiplicadores, distribuidores y hasta se instaló en el campo familiar, en la localidad de Burruyacu, un módulo del programa de mejoramiento de soja de DM (el de la compañía es uno de los más importantes del mundo).

 

“Poco después, El Azul dejó de hacer semilla de otras empresas y se concentró 100% con DONMARIO”, precisa Bustos.

 

Volvemos a Villafañe, el socio y amigo de Calliera.

 

“El tema es que armamos un muy bien equipo con la gente de DM, que excedió largamente al trabajo: construimos un gran amistad. José era un tipo muy querido en todos los ambientes, pero también muy pensante, un gran líder, pendiente de todo, que supo armar aceitados equipos de trabajo”, recuerda.

 

Y agrega. “Era un tipo simple, muy humilde, y la verdad es que en 13 años de trabajo juntos nunca tuvimos una discusión, y eso que yo soy muy calentón”, sonríe Villafañe.

 

Bustos recuerda como un hito a la variedad DM 8002. “Con ella logramos con El Azul impulsar el negocio en el norte del país e instalarnos también como proveedores de ciclos largos, porque en el sur ya estábamos claramente consolidados con los grupos cortos”, detalla. “Y ese camino nos convirtió también en líderes en ese mercado”, agrega.

 

Otro hito que destaca Bustos, que José Calliera siempre tenía muy presente, es que DM y El Azul fueron pioneros en introducir en el norte variedades de crecimiento indeterminado, lo que les dio a los productores una gran amplitud de fechas de siembra, que antes no tenían. Eso sucedió con la DM 7.8i.

 

Los negocios crecían y la amistad también. Desde Tucumán comenzaron a exportar semilla a Uruguay y Paraguay y en un momento se planteó la posibilidad de encarar junto a DONMARIO y la familia Fogante (referentes de soja en el sudeste cordobés y en el Chaco) una importante inversión para tener una planta de semilla con cámara de frío en la localidad chaqueña de Charata.

 

“José no dudó y encaró el negocio. Era un gran comercial. Siempre iba para adelante”, se emociona también Bustos. La cámara de frío resultaba clave en esa zona para mantener la calidad de la semilla. Era más valor agregado, un tema en el que siempre insistía Calliera..

 

“Nos divertíamos mucho trabajando. Teníamos una relación espectacular. Éramos muy amigos… comíamos asados con nuestras familias, me inoculó la pasión por el golf… la verdad, lo vamos a extrañar mucho”, cierra Bustos.

 

Los deportes eran su pasión: las motos, el golf, últimamente también la bicicleta. Su cuenta de Instagram daba cuenta de la felicidad que sentía pedaleando con sus amigos por las montañas tucumanas.

 

Villafañe, quizás su hombre más cercano, lo resume así: “Estaba tratando de disfrutar cada vez más de la vida. Para eso, había armado un muy buen equipo en el grupo de empresas”.

 

La muerte de José Calliera fue, sin dudas, una gran pérdida para toda la cadena involucrada en el negocio de la semilla. En los últimos tiempos, venía peleando por la aprobación de una ley para el sector, que consideraba clave para el postergado despegue de la actividad.

 

Para eso, se reunía con diputados y senadores, explicaba, iba y venía. Era imparable. Su avioneta lo ayudaba a estar en más lugares, a hacer más cosas. Pero en esa carrera, y yendo a una jornada de DONMARIO, se encontró con el accidente que le costó la vida.”.

 

Allí, en su amada Tucumán, José Calliera murió. Pero vivirá para siempre en el corazón de la gran familia de DONMARIO.