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La “cocina” de la mejor genética del país abrió sus puertas en Chacabuco.

Hace pocos días, productores y asesores líderes tuvieron una oportunidad única: junto con los “breeders”, recorrieron Moraga, el campo donde DONMARIO desarrolla las mejores variedades de soja. Luego, en la sede de la empresa, conocieron qué son las Nuevas Técnicas de Mejoramiento. Una ventana al futuro sojero. Pase y vea.

 

El auditorio DONMARIO, en Chacabuco, a pleno con los productores y asesores referentes, muy interesados en cómo serán las semillas de soja del futuro.

 

 

Algunos de los referentes en la sede de DONMARIO. De izq. a der., Matías Bértoli (Bandera, Stgo. del Estero), Diego Sánchez Granel (de la empresa Managro), Marcelo Rodríguez (Villa Cañás, Sta. Fe), Pablo Nagore (Germania, Bs.As.) y Mario Giussani (Pinto, Bs. As.)

 

Normalmente, los productores y asesores no tienen acceso a los campos de cría y laboratorios en los que se desarrollan las semillas que luego siembran. Tampoco es frecuente que los expertos más capacitados les cuenten las sofisticadas técnicas que usan en esos procesos. Nada de eso es frecuente, pero pasó.

 

Pasó recientemente en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, donde está la base operativa y campos de cría de DONMARIO, el semillero que es líder en soja del Mercosur, la principal región productiva de ese cultivo en el mundo.

 

Ezequiel Pozzo, gerente de Investigación de la compañía para Latinoamérica sur, recibió a un importante grupo de productores y asesores referentes de todo el país en Moraga, el campo de cría que DONMARIO tiene a pocos kilómetros de aquella ciudad bonaerense.

 

Y enseguida contó que tienen una importante plataforma de sojas convencionales porque consideran que es una gran fortaleza sobre la cual después incorporan los eventos transgénicos. “No estamos atados a ninguna tecnología. Tenemos una independencia estratégica muy importante”, explicó Pozzo.

 

Así, trabajan básicamente con los eventos de Monsanto (los más conocidos son Intacta y Xtend) y Dow (Enlist), pero también con varios más de esas y otras empresas e instituciones, como Syngenta, Bioceres o la Academia de Ciencias de China.

 

En el campo Moraga trabajan junto a Pozzo casi 40 personas, entre ellas dos “breeders” principales. Uno es Marcos Franco, quien contó que hasta utilizan freezers para guardar las flores que cosechan como parte del proceso de cruzamiento de las plantas de soja, una de las etapas para desarrollar las variedades.

 

“Así estiramos hasta tres meses la viabilidad del polen”, sorprende Franco con su explicación.

 

Con esos procesos, entre otros, los criadores van logrando las mejores variedades, que luego son testeadas a campo. Y ese testeo tiene un alcance sorprendente.

 

“Usamos 1,3 millones de parcelas en todo el mundo. Solo dos empresas semilleras de EE.UU tienen más que nosotros”, se enorgullece el otro “breeder”, Mariano López. Los productores y técnicos que asistieron al evento en Chacabuco, que se denominó “Jornada Puertas Adentro”, quedaron sorprendidos en muchos momentos del día.

 

Uno de ellos fue cuando los de DONMARIO explicaron que, además de todos sus recursos aquí, utilizan para estos procesos los invernáculos que tienen en el territorio continental de EE.UU. y también en la isla de Puerto Rico, en el Mar Caribe.

 

“Con esa infraestructura acortamos los tiempos de testeo a poco más de 5 años”, precisó López. Otra herramienta que ha permitido acelerar fuerte los tiempos de los procesos y su precisión son los drones, que ahora utilizan, entre otras cosas, para ver el estado de madurez de los ensayos. “Eso también nos ha permitido mejorar mucho la precisión de nuestros resultados”, explicó Pozzo.

 

El experto destacó las virtudes de lo que llaman Nuevas Técnicas de Mejoramiento (o New Breeding Techniques, en inglés), que incluyen la selección asistida por marcadores moleculares.

 

La selección genómica les permite a los científicos entender, por ejemplo, qué parte del genoma de la planta es la que genera el rendimiento, por lo cual se focalizan en trabajar sobre ella y no sobre otras. Así, se reducen fuerte los tiempos de trabajo y los costos. Antes, hacer un test de ADN salía 100 dólares por cada muestra. Pero hoy, gracias a las nuevas tecnologías, esos valores son sensiblemente inferiores.

 

“Son tecnologías que aceleraron los tiempos de los procesos de investigación y, además, evitan el error humano. Pero el corazón de nuestro programa de mejoramiento sigue siendo el germoplasma, ya que sobre él luego se montan las nuevas tecnologías, con todos estos modernos sistemas”, detalló. Las NBT son una herramienta clave para desarrollar variedades de soja de la manera tradicional pero con mayor velocidad, porque permiten saber exactamente cuál es el gen de la planta que se quiere modificar y hacerlo.

 

DONMARIO está invirtiendo fuerte para ampliar sus capacidades de trabajar con NBT. Se hace en Brasil, donde ya tienen su laboratorio de marcadores moleculares, que abastece la demanda de todo el resto de los territorios mundiales en los que pisa fuerte la empresa argentina. “Con estos sistemas, la biotecnología deja de ser solo transgénica”, resume Pozzo, y revela que están trabajando en el desarrollo de variedades con tolerancia a roya, a sequía, a varios herbicidas, con características especiales para producir aceites alto oleicos, y mucho más.

 

Es el camino de una agricultura cada vez más precisa. Es lo que mostró DONMARIO al abrir “la cocina” de la genética de soja líder del Mercosur.